jueves, 23 de octubre de 2014

Annie

Escribo... bueno, escribía (Estudiante de Medicina... no pregunten más). Como proyecto personal pienso retomar la literatura antes de que acabe el año, me ha ido bien en Farmacología... creo que puedo darme ese gusto.

Este cuento lo escribí como parte de una revista literaria en la prepa (Hace añoooos), en esos ayeres estaba obsecionada con las historias que tuvieran como eje la inestabilidad mental del protagonista y así nació ¡Annie!

Annie

La luna brillaba en lo alto del cielo, por la rendija de la ventana que la cortina no cubría,su luz entraba iluminando a una pequeña niña en vuelta en sabanas rosas y rodeada de paredes azules que dormía plácidamente sobre el suave colchón de su cama.

El reloj marcaba las tres de la mañana, el viento soplaba cálido y las cigarras cantaban al cielo obscuro que yacía sobre sus cabezas, testigos de lo que pronto estaría por suceder. Los ojos de la niña se abrieron como si el sol ya hubiera salido de entre las montañas que rodeaban al pueblo, se levanto lentamente de la cama, las cálidas plantas de sus pies pisaron la fría loseta, abrió por completo la ventana y pudo observar la brillante luna en lugar del deslumbrante sol matutino.Giro sobre sus talones y se dirigió a su cama dispuesta a regresar a su sueño anterior.

Empero, tan pronto como puso las sienes en su almohada, cayó en un obscuro sueño, el frio miedo invadió su garganta convertido en terroríficos gritos por ver lo que acontecía en ese lugar. En las paredes la brillante sangre carmesí, lucia como rubíes líquidos dispersados al azar, a sus pies cabezas sin vida la miraban con los ojos blancos.

La pequeña niña corrió, tratando de no pisar alguna de esas cabezas, temerosa de terminar como alguno de aquellos inocentes. No sabía hacia donde correr, presa del pánico abrió la puerta del cuarto solo para encontrarse con otro macabro escenario: su familia, su padre y madre, también su hermano la miraban, como si detrás de ella hubiese algo mucho más interesante.

Annie, trago saliva, dirigió los ojos hacia la ropa de sus padres y su hermano, se sorprendió al ver que grandes marcas de sangre manchaban su ropa. Annie temió que estuvieran heridos, pero al acercarse a ellos, pudo observar con claridad, ya que la penumbra de la habitación lo ocultaba, que en sus manos llevaban unos grandes cuchillos llenos de sangre, la cual aun escurría de sus navajas.

Ellos se acercaron a Annie, que retrocedió unos pasos, levantaron sus armas hacia ella y sonrieron… como nunca había visto sonreír a nadie. La niña se dio cuenta que detrás de ella una pared se erguía impotente. Se cubrió la cara con las manos esperando el primer golpe… sin embrago no sintió nada. Annie despertó sobresaltada, de su frente brotaban pequeñas perlas de sudor, su respiración estaba entrecortada, sentía miedo.

Abrazo al pequeño peluche que se encontraba en su cama, no podía borrar de su mente las sonrisas de sus padres, como su estuviesen disfrutando todo el dolor que le causaban. Cerró los ojos pero no pudo dormir, tena miedo de que alguien se apareciera en su cama y la matara como habían matado a aquellas personas en su sueño.

Tomo las cobijas y se cubrió la cara, tenía que hacer algo para que no corriera la misma suerte que ellos, abrazo con fuerza a su peluche y sintió como sus parpados se cerraban debido al sueño.

Volvió a la escena anterior… pero esta vez ella no dejaría que le hiciesen daño. La penumbra en que se situaba se ilumino de repente. Su familia aun estaba muy lejos que ella. “Mátalos antes de que ellos te maten” le decía una voz, “hazlos sufrir como ellos te hicieron sufrir” decía otra.

Annie se levanto de la cama y se dirijo hacia el sótano, recordó que ese era el lugar donde su padre guardaba las hachas. El frio suelo le hacía daño en sus pies, pero ella hacía caso omiso al respecto. Tomo el hacha más ligera que encontró, lo suficiente como para manejarla sin problemas, la alzo en lo alto y la arrojo al suelo de madera que cubría el sótano, esta cedió de inmediato con un gran estruendo… , a pesar de ser pequeña, estaba provista de una perfectamente bien afilada navaja. Estaba lista para cobrar venganza.

Todos esos años en el hospital psiquiátrico, todas las noches de electrochoques… el abuso y los golpes serian vengados. Camino con lentitud hacia la habitación de sus padres, giro el pomo de la puerta, la cama se podía apreciar a la perfección. Seacerco a la cama, vio a sus padres dormir, a su mente volvió la imagen  de las risas, de las caras de satisfacción y alivio cuando la abandonaron en aquella prisión… ella no estaba loca.

Alzo el hacha sintió la emoción surgir de su pecho, su corazón latía desbocado, sus manos temblaban…la dejo caer en el cuello de su padre, que la miro sorprendido, con los ojos desorbitados por el dolor. Al instante la sangre y los gemidos de dolor llenaron el ambiente. Alzo el hacha de nuevo, pero esta vez la afilada hoja corto un brazo. Esta vez no se escucharon gemidos.

Su madre ya había despertado, petrificada de miedo observaba en silesio el macabro escenario, había envejecido de golpe. Annie la miro, su rostro se mantenía frio en todo momento. Na había en ella recuerdos dulces compartidos con aquella mujer a la cual de obligaba a llamarla “madre”. Solo compartían momentos de humillación y sufrimiento.

Cuando su madre estuvo a punto de gritar el hacha se lo impidió, ya que esta le dio de lleno en la boca… la mujer cayó al suelo muerta. Annie se toco la cara, sintió en ella pequeñas manchitas de sangre que cubrían sus mejillas. Con el dorso de su mano se limpio la cara. Hecho un último vistazo a la recámara de sus padres cubierta por la penumbra, para después salir de la habitación cerrando la puerta despacio.

Ahora solo faltaba su hermano.

La habitación del drogadicto de la familia aun tenia la luz prendida, dudaba que se hubiese dado cuenta de lo que aconteció en la habitación aledaña. Abrió la puerta y descubrió a su hermano en el suelo recostado, seguramente disfrutando uno de los tantos viajes que la cocaína le brindaba. Se acerco a su hermano, era un joven apuesto, pensó Annie. Se arrodillo a su lado, tocándole con su dedo, la mejilla derecha. La piel de su hermano se encontraba extrañamente tibia.

Abrió lentamente sus rojizos ojos, se levanto, alejándose lo suficiente para verla de pies a cabeza. -¿Qué es lo que haces con eso Annie?-pregunto asustado, al darse cuenta del hacha ensangrentada que su hermana tenía en las manos. Ella no le contesto, se levanto lentamente del suelo, mirándolo fijamente.

Armando miro las manchas de sangre que cubrían el camisón blanco de su hermana.- ¿Qué es lo que hiciste Annie?-ella solo lo miro, bajo el hacha y se acerco a él.
-Nada-murmuro, sonriendo-solo cobrando venganza-dijo, clavando su hacha en el estomago de su hermano-ahora no te arrepientes de haberme lastimado-dijo riendo con inocencia-de haberme golpeado cada vez que querías-su voz dulce no cambio en ningún momento. Su hermano trato de sacar el hacha con sus manos, pero fue en vano.

-lo siento-solo logro decir cuando cayó al suelo.

-yo no-rio su hermana, y con un suave movimiento de la navaja del hacha, corto el cuello de su hermano.

Encendió las luces de casa, brincando de un lado a otro canturriando una dulce y melodiosa canción.

Regreso a la cama de mejor humor, esperando a que el día siguiente fuera mejor, sin que sus padres la molestaran o su hermano la lastimara. Se sentó en la cama, vio la luna en lo alto, sonrió.
Cantando la misma canción de antes, se cubrió con las sabanas y cerró los ojos… esperando un nuevo día…

Si alguien pudiese decirme como hacer un guion largo (suena tonto lo se) se lo agradeceria demasiado 


Jye ne!

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